El bautismo es una ordenanza de Jesús; es decir, es algo que Jesús mismo ordenó para sus discípulos (aprendices). Esto quiere decir que una persona no puede decir que sigue a Jesús si no se ha bautizado. Es importante entender que el bautismo es un símbolo externo de una realidad interna. Es decir, el bautismo no es un acto externo que da salvación, sino que expresa y formaliza la realidad interna de la fe.

Un ejemplo de esto sería una boda: la boda no crea el amor que une a dos personas. Esa unión ya está hecha cuando dos personas deciden amarse mutuamente. La boda expresa y formaliza ese amor que ya existe. Con todo, la boda no carece de significado: establece una idenficación formal entre las dos personas. 

De igual manera, el bautismo expresa la fe salvífica que ya existe en el interior. Al mismo tiempo, es el momento de nuestra identificación formal con Cristo: 1) nos identifica con la muerte y resurrección de Cristo y sus beneficios, 2) nos identifica con la iglesia de Jesús, 3) nos identifica con la misión de Dios para el mundo.