El bautismo es el símbolo externo y público que sigue a la convicción de fe en Jesús, interna y personal. Son dos partes de la misma decisión de salvación en Jesús. Es importante entender que el bautismo, aunque es un símbolo que no tiene “poder salvífico” en si mismo (biblia, 1 Pedro 3.21), no es solo una opción para el que pone su fe en Jesús. Jesús nos mandó ser bautizados (biblia, Mateo 28.18-20). Como símbolo obligatorio, nos abre a la realidad espiritual de la unión con la muerte y resurrección de Jesús.

Quizá ya sabrás que hay tradiciones cristianas en las que el bautismo se hace en niños. En la tradición que ICONO sigue, los que se bautizan son personas jóvenes o adultas que ya han desarrollado una conciencia clara de su propia fe en Jesús y voluntariamente quieren bautizarse. La persona que se bautiza ha decidido libremente seguir a Jesús, y ahora acepta el símbolo público del bautismo.

Normalmente te bautiza el pastor de nuestra comunidad, pero puedes ser bautizado por cualquier persona que ya haya sido bautizada. Lo importante del bautismo es que no lo haces tú mismo, sino que alguien más te bautiza. Este ha sido el patrón de la iglesia desde el principio. Simboliza la asimilación oficial y pública en la comunidad.

Si has puesto tu confianza en Jesús, el siguiente paso natural es ser bautizado. No hay ningún requisito más. No necesitas pasar ningún tipo de prueba. Cualquier persona que desea confiar en la salvación que Jesús ofrece al morir y resucitar, está preparada para ser bautizada en ese instante (biblia, Hechos 8.12).

Los bautismos normalmente se celebran un domingo por la mañana durante la reunión normal, cómo parte de nuestra celebración de Jesús. ICONO provee todo lo que necesitas para ser bautizado en agua: ropa de cambio, toalla, secador, etc. Después del mensaje, pasamos a los bautismo, dónde las personas que se han apuntado y aquellos que quieran hacerlo espontáneamente pueden prepararse para ser bautizados. Es un evento público en el que toda la comunidad lo celebra contigo como una fiesta. 

Una vez en el agua, de rodillas, la persona que bautiza te pregunta si has puesto tu fe en Cristo como salvador. Después de responder, eres sumergido tres veces en el agua: una vez en nombre del Padre, otra vez en nombre del Hijo, y la tercera vez en nombre del Espíritu Santo.

No es un momento para sentir la vergüenza de un acto público, sino para que sepas que toda la comunidad está contigo celebrando apasionadamente este paso contigo.